Exposición en homenaje a Antonio Ruiz Soler (Sevilla, 1921 – Madrid, 1996) con motivo del centenario de su nacimiento
Del 15 de febrero al 27 de marzo de 2022
CLAUSTROS DE SANTO DOMINGO Y CENTRO ANDALUZ DE DOCUMENTACIÓN DEL FLAMENCO
FONDOS DE LA CONSEJERÍA DE CULTURA Y PATRIMONIO DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA
Comisaria: ROSALÍA GÓMEZ
Comisaria técnica: MARÍA JOSÉ GARCÍA
Patrocina: FUNDACIÓN CAJASOL
Esta exposición, que vio la luz en Sevilla el día del cumpleaños del artista (el 4 de noviembre) persigue un doble objetivo. El objetivo principal no es otro que conmemorar su centenario y rendir homenaje a la grandeza de su arte, recordando su inmensa figura, su obra y su proyección internacional (y con él, las de Andalucía y la danza española), así como acercar la danza española y el flamenco a todos los públicos, para que sean conscientes del lugar central que este arte ha ocupado y sigue ocupando en la historia de nuestro país y de todo el planeta. Con su arte y su carisma personal, Antonio fue el mejor embajador de lo que hoy llamaríamos “marca España” convirtiendo a lo español a los públicos más heterogéneos y demostrando que el arte se sitúa por encima de cualquier circunstancia social o política.
Cuatro años después de su muerte, la Junta de Andalucía, a través del Ministerio de Cultura, compró una parte de las numerosas pertenencias atesoradas por el bailarín durante toda su vida y que, contrariamente a lo que fue su deseo, sus herederos sacaron a subasta, fragmentadas en distintos lotes, en noviembre de 2000, en la Galería Durán de Madrid.
El objetivo específico de esta exposición es, por tanto, mostrar y poner en valor una buena parte de los lotes adquiridos por la Junta de Andalucía. Un legado que sólo se pudo ver brevemente en 2001 y que ahora sale a la luz en esta gran exposición, compuesta por unos cuantos elementos singulares (como el busto realizado por Santiago de Santiago o la chaquetilla roja que vistió en su célebre coreografía La taberna del toro) y por numerosas pinturas, fotografías, carteles, programas de mano, libros, partituras, discos, fotogramas de películas y artículos de prensa de distinta procedencia. Elementos, en su mayoría originales, que serán expuestos tanto en los Claustros de Santo Domingo como en el CADF, y que reflejan claramente la trayectoria artística de este creador único y su posición y la de las danzas españolas tanto en nuestro territorio como en los numerosísimos países que visitó.
Antonio ha sido sin duda el bailarín más completo de la historia. Dominó como nadie la danza española en todos sus estilos (escuela bolera, danza estilizada, danza folklórica y flamenco) y la paseó por todo el mundo, con Rosario hasta 1952 y, desde 1953, con su propia compañía, la mayor compañía de danza privada que hubo en España hasta la creación del Ballet Nacional en 1978. Durante más de medio siglo, Antonio llevó la danza, especialmente el baile flamenco, como bandera, y en ese terreno, Jerez y Cádiz fueron sus mejores canteras. Junto a él recorrieron el mundo grandes artistas del cante como Chano Lobato o Sernita de Jerez, de la guitarra como Manuel Morao y del baile como Fernando Belmonte.
Hay que reconocer, sin embargo, que, tras su muerte en 1996, su figura cayó injustamente en el olvido. A pesar de ser Hijo Predilecto de la ciudad de Sevilla, la única gran exposición que se le ha dedicado fue la celebrada en el Casino de la Exposición durante la Bienal de Flamenco de 1988, por lo que ésta se convierte en una gran oportunidad para que las nuevas generaciones conozcan de cerca a tan genial arista.
Para ello, en los Claustros se propone un recorrido circular que empieza en su Sevilla natal, donde creció en el entorno de la Alameda de Hércules (en la calle Álvaro de Bazán, esquina con Santa Clara), y donde se ganó sus primeras pesetillas bailando junto a Juan el Organillero, y continúa con una línea discontinua atravesando ciudades y países durante medio siglo hasta regresar a su ciudad, donde se marcó sus últimas bulerías en el Hotel Triana, con motivo de la Bienal de Flamenco de 1988 y, en febrero de 1996, lo recibió en un féretro cubierto por la capa roja del Molinero de El sombrero de tres picos (uno de los personajes más emblemáticos de toda su carrera) y lo acompañó al Cementerio de San Fernando donde descansa con su familia bajo un gran mausoleo.
Entre las dos Sevillas, la de los años 20 y la de 1996, se muestran algunas de sus peripecias vitales y artísticas: los doce años ininterrumpidos que pasó en América con Rosario, sus giras por España y el mundo a partir de 1949, sus fantásticas escenas musicales en el cine, principalmente en la película de Edgar Neville, Duende y misterio del flamenco, y su etapa más fructífera como creador de grandes coreografías, muchas de las cuales continúan en el repertorio del Ballet Nacional, el Ballet Flamenco de Andalucía y otras compañías.
Y así hasta su retirada de la vida artística, no sin antes dirigir, durante tres años escasos, el llamado por entonces Ballet Nacional Español.
A los fondos de la Junta de Andalucía se han añadido algunas camisas cedidas por Enrique Burgos, un sobrino de Antonio, junto a unos zapatos y otros objetos, y un traje completo cedido por Cristina Heeren.
Finalmente, podrán disfrutar algunas proyecciones de sus obras. Al Ballet Nacional de España le debemos los tráileres de siete coreografías de Antonio que se proyectan en bucle: El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla, el Zapateado de Sarasate, las Sonatas del Padre Soler, la Fantasía galaica de Ernesto Halffter, el Vito de la película Hollywood Cantine, interpretado por bailarines actuales, y los históricos Puerta de Tierra de Albéniz y el Paso a cuatro, de Pablo Sorozábal.
También se podrá ver de forma continua el cortometraje Antonio en la cueva de Nerja, de 1963, recuperado y digitalizado por la filmoteca de Andalucía.